No se si será por no descansar lo suficiente o por todo lo contrario, pero esta mañana me he levantado con el peso del sueño en el cuerpo y, para colmo, ya decidido a despabilarme tomándome un buen café con leche, al abrir el frigorífico, he recordado que no me quedaba gota de leche. ¡Mal empezamos esto de la Navidad! he pensado mientras retomaba el camino de la cama buscando quizás un refugio seguro donde pasar las próximas 12 horas, hasta que el peso de este sueño se alivie o incluso, hasta que termine de acabarse este año.
Cubierto hasta la cabeza con el nórdico, sin poder evitarlo he regresado, supongo de la mano del mismo cabronazo de Morfeo, a esos mismos días que ya no recordaba reviviendo como espectador muchos de aquellos momentos que ahora engrosan la memoria del año que acaba y que ya en su principio no barruntaba buenas expectativas. Aunque nunca habría apostado por todo cuanto se ha sucedido y podría resumir como de mal en peor, sin que por lo menos los acontecimientos me hubieran dado pista alguna de la siguiente catástrofe.
Así pues, mas que hacer una valoración del año a punto de caducar, que de eso se encargaran los programas televisivos al uso, prefiero pensar en todos y cuantos de una u otra forma han pasado por mi escenario en estos doce meses, con mas o menos protagonismo y desearles a todos estos personajes, secundarios en cualquier caso y sin dedicarles demasiado tiempo, lo mejor de lo mejor para el año que pronto dará comienzo. Que sus sueños se hagan realidad, que sus pesadillas se desvanezcan y, en todo caso, toda la felicidad que merezcan. Por lo demás y con el peso ya aliviado, me vuelvo a la cama que este día ya comenzó con puntapiés y no quiero darle la oportunidad de acabar pateándome el culo.
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