Parece mentira la cantidad que cosas que se acumulan en unos pocos años y cuantos recuerdos con cada una de ellas, desde las tazas de propaganda de “Daute” y los momentos pasados en torno a los cafés contenidos en ellas, hasta la última estantería y las risas o meteduras de pata durante su instalación. El cuadro ese que nunca te gustó pero total, algo tenía que poner para cubrir ese hueco tan vacío o aquella figura de madera supuestamente tallada por algún indígena que representa quién sabe qué y durante un paseo por la Playa de Las Canteras se empeñó en comprar la amiga del momento al senegales de turno. Que por cierto sigo sin encontrar las formas que aquella amiga decía, aunque ahora que lo pienso, tampoco recuerdo con que amiga me tocó aquel paseo.
Lo cierto es que de una u otra forma, por tener ese recuerdo de ella y terminar olvidando de que ella se trataba, o por mejorar la calidad de vida, en estos pocos años en esta hasta ahora “la casa” he acumulado demasiadas cosas, utensilios, enseres, electrodomésticos y tiestos en general llegando a maldecir de tanto clasificar, recoger y empaquetar para acabar en la basura o formando un nuevo montón con etiquetas de colores, a saber: Para vender o basura, para llevar si cabe o basura o simplemente, basura. Por ahora, debo decir, el montón de la basura es superior a los otros dos y además, esa basura, la deposito con mucho cariño y cuidado junto al depósito oportuno quizás esperando que llegue a formar parte de alguna otra casa donde seguir siendo útil de alguna forma para alguien.
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