Hace escasamente unos minutos hemos dejado nuestra conversación, como tantas noches, quedándome como siempre con el dulce sonido de tu voz al decirme “Te Quiero, corazón”. Hace pocos latidos he dejado de sentir hasta volver a oír tu voz y poder contarnos cuanto nos contamos, nos decimos o sentimos. Que si tus hijas y la mejoría de la pequeña de tanta tos y malas noches o los chateos de la mayor que ya parece tener prisa por crecer. Que si tu jornada de trabajo, tu saber hacer y las ganas por hacer cosas. Que si tu madre y hermanas, el encuentro previsto para la noche de navidad o el menú para esa cena. Que si esto o aquello hasta llegar a sentirme tan cerca tuya que puedo casi adivinar tus gestos y sentir el roce de tu mano en la mía.
Te juro que solo espero el momento de podernos sentar juntos, apoyando tu espalda en mi pecho, acariciando tus hombros y hablando hasta que nos rinda el sueño, en todo caso una excusa, para compartir mucho mas que palabras, retomando el sabor de tus labios, el brillo de tu mirada y el sonido de esos silencios.
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Te decía que...