Ayer me despedí con su despedida de ese otro yo que ha estado martirizando mi alma, retorciendo mi sentido de la realidad y, sin saberlo, no ha sido mas que un lastre para continuar adelante sin querer abandonar tanta carga de pasado, recuerdos de una memoria herida, días que no pueden, deben ni quiero sigan en mi presente o regresen de forma alguna.
Ayer dijo adiós, para desde hoy desaparecer, ese otro yo pesado por su carga de añoranzas incapaz de lamentar tanto peso inútil y, tras su despedida, tras su adiós para siempre, espero, quiero llorarle por ultima vez prometiendo no guardar luto, ni silencio alguno, ni lo mejor del que no ha sido mas que lo peor de mi mismo.
Hoy comienzo un nuevo día con la esperanza, la seguridad, de ser capaz de olvidarlo sin más dolor ni alegría que la de saberme libre de ataduras. Mi yo pasado murió ayer, viva mi presente en pos del mejor futuro.
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