Para comenzar y evitar comentarios al uso sobre la autoría de la receta que os cuento, te diré que esta es la receta que YO HE USADO en esta ocasión para elaborar este plato típico de la Semana Santa, además de otra ya descrita en este mismo espacio...
recetas...Torrijas.
Un poco de historia? Este plato, como muchos de los elaborados en estas tierras, -
y a este paso volveremos a esas costumbres de la posguerra- nace con el fin de aprovechar el pan duro y, de paso, según me cuentan, cumplir con la costumbre de no comer carne, por aquello de las fechas en las que se elabora. -
en mi caso, como mi abuelo pagaba la bula a la iglesia, logrando el perdón-autorización para poder comer carne en estos mismos días... cosas distinta es poder comprarla...no teníamos porqué-!! Decir también, que al igual que otras muchas madres, la mía preparaba unas torrijas de las de comer y morir de gusto.
Era típico, al menos en mis tiempos mozos, reunirse todas las vecinas de la casa, -
Isabel, Maruja, Adela, Pepa o Doña María-, en casa de cualquiera de ellas, y además de las risas, el traguito de anís o el comentario sobre las novedades del barrio, se elaboraban cantidades enormes de estos postres que mas tare eran repartidos equitativamente entre las participantes, según miembros dela familia, apetitos o quién sabe que razón o regla. Al final, me parece a mi, solo se trataba de pasar un buen rato en buena compañía y lograr, de paso, continuar con una mas de las muchas tradiciones propias de la zona o la casa.
Sin mas, paso a enumerar los ingredientes:
- Pan del día anterior o mejor, de anteayer. -
cuanto mas duro, mejor para lograr que no se deshaga entre tantos mojeteos-.
- Leche
- Huevos -
He aprendido en esta ocasión que, para lograr mejores resultados al batir los huevos, mejor hacerlo primero con la clara y, tras estas bien batidas, añadir las yemas para seguir batiendo-
- Aceite de oliva
- Miel
- Agua
- Canela en polvo o Azúcar.
Elaboración,
parecida a la receta anterior, pero, en lugar "de remojar" el pan en el vino/agua, se baña en la leche -
en este caso hay vecinos que echan canela en rama en la misma leche para lograr mejorar el sabor-. Por lo demás, después de apartan a un plato para dejar que escurran el exceso de leche y, se pasan por el huevo batido. De aquí a la sarten, con el aceite bien caliente, dejándolas freír con cuidado y ben vigiladas para que no quemen en exceso.
Tras pasar por la sarten, un buen baño de agua/miel bien licuada y por pocos segundos -
al gusto- y, ya meladas, tienes la opción de, 1º dejarlas reposar y al templar la temperatura espolvorearlas con la canela en polvo o, 2º en lugar de espolvorearlas con canela, hacerlo con azúcar.
Al final, logramos un plato exquisito y repleto de sabor que bien sirve como punto de partida de la Semana Santa. Siempre con las debidas precauciones y moderación tanto en el disfrute de este plato como de las salidas procesionales, ya con lluvia o sin ella.
Te he avisado con un año de antelación y, luego no dirás que quién avisa es traidor. Je!!