Nuevos horizontes

Aunque la verdad es que mas que nuevos horizontes debiere decir, horizonte reencontrado, pero para dejarnos de florituras diré simplemente que hoy, esta misma tarde, regreso a mi pueblo, a El Puerto de Santa María, después de más de siete años sin pisar sus calles. Ese será el horizonte que espero reencontrar, reconocer y perderme una vez más en tantos sueños de mi infancia para intentar descubrirme de nuevo y, si fuera preciso, reconfigurar mi mundo, mi vida y mis objetivos a estas alturas mas que perdidos, olvidados.

Regreso con el miedo de los años ausente, con la alegría de las novedades y la emoción del reencuentro con mi padre y mi madre por mucho que tanto el uno como el otro vivan en sus torres de marfil ausentes de estos días, ajenos a este presente y, si acaso, con la pena de no poder perderme en los siempre cálidos brazos de mi madre mientras marcaba mis mejillas con dos besazos tan sonoros como sentidos y deseados.

Regreso con el ánimo de aprovechar la ventaja del anonimato sin demasiado bombo ni platillo, sabiendo como se que mi visita tiene fecha de caducidad y la ya experiencia en eso de la partida, dejando un cacho de mi alma en cada una de ellas. Que aún no soy capaz de saber partir sin que algo más se parta en mi interior por mucho que evite las lagrimas que denotan mi dolor, mi rabia y pena. Que aún no soy capaz de llegar asumiendo la partida y solo he aprendido a mitigar mi frustración ahogando las despedidas entre los buenos deseos ante una próxima visita, sin ser capaz de borrar este término de mi vocabulario.

Pero ahora, a partir de esta misma noche, solo quiero pensar en hacer realidad algunos de mis anhelos y sueños, perdiéndome entre sus calles, recuperando sus sonidos y viviendo sus días entre sus gentes. Que me voy pal Puerto...