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13.1.07

Cartas de ayer

Hace casi tres años, joder como pasa el tiempo, la que entonces era mi pareja me comentó que tenía un retraso, leve, pero retraso después de todo. Naturalmente ella a sus 28 años –a estas alturas se algo más de toda la verdad- y nuestras circunstancias no deseaba aquel embarazo, así que decidimos esperar hasta unos días más tarde, hacer las pruebas y según los resultados, pues buscar los medios para interrumpirlo, con la convicción y seguridad de saber era lo mejor para todos. Pero no pude evitar hacerme ilusiones e incluso escribí una carta a esa criatura, con la romántica idea de dársela cuado pudiera leerla y entenderla. Ahora después de aquellos días y meses desde que aquella niña y yo nos separamos, reaparece aquel recuerdo enfrascado en su sobre y dirigido a “Mi querido Cachito”.

“Mi querido sueño hecho realidad, no se donde estaremos tu y yo cuando por fin estés leyendo esta nota, pero si me tienes cerca seguro estaremos leyendo juntos esta declaración de amor de mi para ti. Si por el contrario estamos lejos, llámame y hablemos.

Ante todo decirte que después de María, tu hermana, has sido lo que mas he deseado en mi vida. Has sido esa segunda oportunidad que siempre soñamos y pocas veces tenemos la suerte de disfrutar, la fortuna de vivir, y yo, la he tenido a través tuyo, volviendo al aula de la vida en su más puro sentido para readaptarme a los sentimientos de los sentidos. Mirarte en mis sueños es toda una poesía, iluminando toda mi vida tu inocente sonrisa desdentada, alborotando el aire con cada movimiento de tus manos, alterando cualquier realidad con el sonido de tu risa, espantando mis miedos con tu mirada.

Cachito mío, ya te tuve entre mis brazos, ya sentí el calor de tu cuerpo y ya has sido realidad a pesar de vivir en mis sueños. Ya he oído tus balbuceos incluso tu llanto, al separarnos en la nebulosa que reina en este reino de sueños. Ya he sentido el latido de tu corazón junto al mío, pegado tu pecho al mío, marcando tu ritmo el mío hasta casi latir al mismo ritmo. Me he perdido en tu mirada, ya en mis sueños, para soñarte en tu mañana con tanto futuro por delante que no existe más tiempo que el tiempo que vivas queriendo y sabiendo, seguro, vivirlo. Aún así saberte ya te he sabido mío, dejando correr algunas lágrimas de alegría por tanta dicha, que solo recuerdo con la llegada de María, tu hermana, y juntos ella y tu, a pesar de tantos años entre ambos, estoy seguro sabréis vivir vuestros tiempos y compartir vuestras diferencias. ¡Que suerte tenéis!

Yo por mi parte, solo pido a Dios la oportunidad de conocerte y hacer realidad estos ahora sueños para poder sentirte como en estos mismos soñados. Pero te aseguro que ya y a pesar de todo, te siento, como siento a tu madre en toda su belleza, en toda su alegría, en toda su hermosura y solo espero que seas la mitad de humana que ella, la mitad de inteligente que ella y que siempre, siempre, su alegría por la vida te llene, cuando menos, la mitad de cuanto me llene a mi, a pesar de todo.

Cachito mío, habrás notado que no te he colgado sexo alguno. Estoy seguro que siendo tu el o ella, ante todo serás persona y humana y eso, a estas alturas es el mayor tesoro y don. Ya sabes si me tienes cerca, dame el beso de mis sueños. Si no estoy a tu lado, llámame y cuéntame. Si no pudiéramos hablar, que sepas que seguro estoy a tu lado y ese escalofrío que ahora recorre tu espalda, es mi abrazo a través de las hadas. Te quiero Cachito, de lejos, cerca o mas lejano...”

La carta” sigue unas líneas más sin que sea capaz yo mismo de acabarla. Así valga como broche que semanas más tarde, después de la ruptura, una de “las amigas” de la entonces mi pareja, durante un encuentro entre sábanas, me comentó que aquel embarazo fue interrumpido por ella sin contar conmigo porque ya suponía mis ganas de ser papá. Pobre necia, solo deseaba ser feliz y después de todo, tampoco eso lo fui con ella.

Adiós Cachito, hasta otra... Seguro nos encontraremos, aunque sea en mis sueños...

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