Sinceramiento sentimentaloide

Por todo aquello que nunca me he atrevido a decir y todo cuanto ni siquiera he llegado a pensar, ni siquiera sentir, me quiero permitir esta licencia, justo ahora, cuando nada importa mas que la importancia que quiera dar a ese nada, a cualquier nada o a ningún nada. Ahora me permitiré esa satisfacción, esa licencia decía, aunque solo sea por el gusto o, como decía un conocido, “aunque solo sea por dormir a pierna suelta”.

Gracias por estos tropecientos años de alegrías, penas, divertimento, silencios, experiencias, sueños, ilusiones, compañías, risas, soledades, abrazos, gritos, lágrimas, descojonos, frustraciones, cachondeos, juergas, escaqueos, trabajo, pérdidas, descanso, estrés, reencuentros, besos, confianza y confianzas sin excesos. Por el mal vino y el mejor ron, los peores vicios y mejores virtudes. Por lo bueno, por lo malo, por todas cuantas gentes conocí, todas cuantas no llegue a conocer y las pendientes de conocer. Por los días buenos y las malas jornadas. Por tantos días de sol, tan escasas tormentas y tantos “rayos y truenos a grito pelao”. Tanto amanecer luminoso, primaveras de cine, veranos eternos y otoños invernales de celuloide. Tantas miradas cruzadas, sonrisas sonreídas, caminos cruzados, pasos acompasados, llantos acompañados, penas compartidas, alegrías celebradas y perdidas ahogadas.

Podría y estoy seguro algún día estaré, escribiendo y describiendo tanto de tantos casos para contar tantas cosas hasta poder descansar, seguro de no haber dejado olvidado tras algún recuerdo, recuerdo alguno ni tras tanta letra tanto cuanto quisiera expresar, sin perderme en el intento.