Tarados sobre ruedas

Que digo yo, nada mejor que darle a un descerebrado unos simples palillos que seguro transformaría en un arma capaz de sacar el ojo a cualquiera o, como decían antaño, “las armas las carga el diablo y las disparan los gilipollas”. Si en lugar de algo tan simple a ese mismo gilipollas le subes a un auto, da igual potencia, marca o características, seguro acaba por hacer una soplapollez arrastrando por delante suya a cualquier pobre inocente víctima del momento en el que sus neuronas –se las supongo- estaban entretenidas o presionadas entre la testosterona y el picor en la ingle.

Todo esta letrería viene a los casos y cosas que a diario me cruzo por estas calles y carreteras en las que estos especimenes, escondidos en sus corazas sobre cuatro ruedas, hacen gala de su falta total de cordura convirtiendo algo tan simple como un automóvil en un arma con la que, como buenos gilipollas, acabaran jodiendo a cualquiera en cualquier rincón de cualquiera calle o carretera por donde tengas la mala fortuna de cruzarte con ellos... Siempre queda la esperanza y quien sabe si igual con suerte, para que con ese mismo arma, su propio auto, jueguen a la ruleta rusa y abandonan este mundo envueltos en su misma chatarra y sin arrastrar a inocente alguno en su demente correría.

Igual tendrían, al igual que para obtener el permiso de armas, que superar un tes psicológico o entrevista con “el especialista tornillero”, para saber si son o no capaces para poner en sus manos tamaña herramienta...total, los exámenes los memorizan hasta los peces y si suspenden, pagan mas y siguen, “hasta hacerse con el buga”.