Por aquello de contar algo, te contaré que los días pasan sin pausa, dejando sentir cada golpe del minutero en cada uno de los sentidos desde las primeras luces del día hasta la brisa que acompaña las primeras sombras, repartiendo el aroma de azahares, damas de noche y geranios, mientras te dejas mecer por el sonido de las olas acariciando la orilla, tan cercana.
Reconozco que, en estos últimos momentos de cada jornada mientras el cielo se plaga de destellos, me abruma tanta sensación sin poder evitar un sentimiento de felicidad, paz, serenidad y sosiego mientras un placentero escalofrío recorre mi espalda, como la caricia de unos labios, beso a beso.
De cualquier forma y tras extasiarme, no sin esfuerzo, abandono siempre tanto placer para regresar de la terraza a la sala y regresar a las huellas de mis pies en esta Tierra e integrarme en la actividad retribuida aunque solo sea por ingresar para pagar lo necesario, sin pretensiones y permitirme este pequeño gran placer de gozar cada golpe del bendito minutero... Mientras, D. Pipo, aún recuperándose de su pelado, juguetea hasta con las pelusas, persigue reflejos o busca mi regazo para rendirse al sueño.
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