Por aquello de aprovechar un mínimo ratito, el más mínimo ratito, juntos, ella y yo mismo, habíamos decidido dedicarnos a nosotros, y por el morro, la tarde de los jueves. Encontrarnos por casualidad a una hora concreta en un lugar acordado y, a partir de ese momento, perdernos el uno en el otro, dedicarnos unos caprichos, unas tapas, algunas cervezas y charlarnos por hablarnos de tanto que nunca nos decimos.
Hoy han sido: dos copas de tinto (ella), tres cervezas (yo) dos tapas de “Hígados de pollo”, dos “filetitos”, una de albóndigas, una de queso, una de ensaladilla rusa, muchos hablares, raciones de risas, algún cruce de miradas, varios roces de mano, unos besos, y de postre, “el postre”. Nada mejor que un buen menú para agradecer el café, la copa y “el cigarrito” de después...del café... ¡¡Claro está!!
¡¡Viva “el San Jueves” abriendo la puerta a San Viernes!!
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