De que otra forma podría denominar cuanto he visto esta misma mañana al intentar, una vez más, recibir atención sanitaria por esto del puto ojo. Sinceramente lamentable y solo espero, quizás por aquello del mas de muchos consuelo de tontos, que eso del Servicio Público de Salud funcione igual de mal en toda esta Piel de Toro, España de mis entretelas... Que vergüenza y pena!
El sábado acudí al mismo centro hospitalario denominado -para descojonarse- "Hospital Universitario de Puerto Real" y por recomendaciones del personal de Emergencias me trasladé al Hospital de Cádiz bajo la premisa de ser atendido por un Oftalmólogo -a estas alturas ya no se si existen esos especialistas en la sanidad andaluza o, al menos, en la de Cádiz- ya que en Pto. Real no lo dispensan por emergencias, me decía la funcionaria.
Hoy he regresado y, para comenzar, me dicen que yo estaba ingresado en ese centro -a pesar de que la funcionaria de marras me tenía cara a cara- Mal comienzo. Así que le explico que el sábado marche siguiendo las indicaciones del personal de ese mismo centro, etc... Se lía, llama otro que hablaba con por el teléfono móvil a la sombrita y este, al menos, da una solución aunque un buen rato mas tarde.
Les cuento la película, les digo lo que me han informado, les ruego atención especializada y, una vez en medio de una locura en esa urgencia -una señora llega en ambulancia, sentada, gritando que no soporta la silla y "ruega la tiren al suelo" para acabar casi en el mismo sitio al intentar entre dos "batas Blancas" pasarla a la camilla. Un trabajador que trago el paseo de una esquina a otra de la sala, porque el camillero de la ambulancia solo quería recuperar su equipo, así según pasaban unos y otros, empujaban, aquella camilla con el currante de mono azul y collarín pacientemente tumbado, mientras el resto del mundo "bailaba con su lecho. Un señor muy mayor y tan cansado como viejo, a penas oyendo su nombre y, encima, casi le pasan el turno por su paso lento...- Hacía mucho tiempo que no sentía pena por nadie -siempre he mantenido que pena, los perros-.
Me llaman y, creyendo por fin camino "de librarme del cuerpo extraño", de nuevo tengo que contar mi historia a un no se quién que, a duras penas, consigo me diga que no me atenderá un especialista -coño un simple oculista de toda la vida- y si un Mir o un MUR quién decidirá lo que mas me conviene... -sin comentarios- y obediente espero en... Dios Mío, en medio del infiernoooo!
Para no acojonarte ni dejarme llevar por la sensación que aún me embarga, solo te diré que a las dos horas y pico muy largo -a las 15,30h-, después de oír las otras tantas horas que algunos "pacientes" llevaban allí, esperando no sabían que, entre lamentos, sonidos de móviles, corretear de niños y llantos de otros, además de el sonido antipático y hueco de los altavoces... Coño que me marché antes de cometer cualquier estupidez o cagarme en la madre de más de cienes y cienes, dejando a los borregos en su silencio conformista y cobarde, incapaces de poner los cojones sobre una mesa que, para colmo, hemos pagado los españolitos con impuestos y demás rentas públicas.
Ya en casa, con el ojo a la virulé, deseando sacármelo para enjuagarlo o rascarme con la punta del compás o que se yo, mientras de tarde en tarde, aún me asalta el eco del silencio de aquellos borregos en su matadero, eso si, universitario oiga!... Manda cojones tu y como jode este cabrón, el cuerpo extraño, digo...
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