Este fin de semana, Mariajo y yo -aunque aún no me lo puedo creer- nos hemos apuntado a una actividad organizada por la Hermandad del Nazareno -como se conoce en El Puerto-, asistiendo a toda una experiencia mas allá de lo puramente religioso o espiritual que se supone rodea a toda actividad de este tipo de organizaciones. Te cuento... El pasado sábado, ayer mismo, para aprovechar bien el fin de semana, conocer a nuevas gentes con las que ampliar las miras, por salir de la rutina aún no conocida, por disfrutar un poco el uno del otro e incluso por poner a prueba nuestra resistencia física y mental, salimos de casa a las 07,00h. de la mañana, cuando ni siquiera las calles están puestas. Eso si, nos acompañó un clima típico de la estación, con una lluvia incesante, a veces densa otras menos, haciendo casi llevarnos de vuelta a la cama...sin mas comentarios! ;-).
Ansina que, ya mojados nada mas empezar, sumándose el resto de participantes, nos pusimos camino de La Aldea del Rocio, allí donde mora la Blanca Paloma, de donde cuenta que Juan Pablo II sentenció; "Después de visitar y conocer el Rocio, todo el mundo fuera Rocio"- !increíble!... donde llegamos después de un par de horas, casi tres, cambiando radicalmente de clima, temperaturas y "humedades" casi en cada cambio de provincia, Cádiz, Sevilla y Huelva. ¡Mas increíble! Llegamos, bajamos los pertrechos, nos repartimos tareas y, tras unos cinco minutos de descanso, de regreso al autobús y marcha atrás hasta Almonte -algo así como 18 kilómetros, mas o menos-.
¿No te lo había dicho? Que torpeza la mía... La actividad de fin de semana consistía fundamentalmente en participar en el "Vía Crucis del Rocio" esto es, recorrer la distancia entre Almonte y La Aldea, con las paradas indicadas según los pasos de Jesús en su camino al calvario hasta su crucifixión y muerte...total 14, repartido en esos tantos kilómetros, hasta llegar de nuevo a la Aldea del Rocio, donde habíamos llegado esa misma mañana, alojándonos en "La Casa de la Hermandad del Rocio de El Puerto de Santa María".
Para resumir, te contaré que después de unas 4 horas y pico, mucho frío, lluvia, viento, risas, camaradería, cuasi llanto, algunas magulladuras, los tobillos "quemados" por las botas -cosas de la falta de costumbre-, sentimientos a flor de piel, cargados con todos cuantos queremos, pensando y recordando a cada uno de los que nos importan, casi sin soltar de la mano a Mariajo, enredado sentimientos que jamas había sentido, dedicando cada parada a esos ausentes entonces a nuestro lado... logramos llegar al final del camino para, sin duda alguna, comenzar a caminar un camino nuevo... ¡increíble de veras!
Una vez llegamos a la Casa de la Hermandad, un besazo de esa mujer, sin soltarnos la mano, fue el mejor reconstituyente!... Bueno eso y una Berza de calabaza, garbanzos, judías verdes y toda su guarnición de "pringa" -esto es, carne, tocino, chorizo y morcilla- con la que casi olvidaríamos el cansancio.
Te lo cuento así, casi telegráficamente, por no cansarte y porqué yo si estoy algo cansado. Así que no son horas! En la próxima te contaré algunas experiencias, cosas y casos que, sin ser pesado, resultaron increíbles. El camino por entre los pinos, nuestra visita a la Capilla de la Virgen del Rocio, "el encuentro" con otras hermandades, "La Misa" con Salve Rociera incluida, las gentes, el gentío y hasta la soledad en medio de tanta gente.
Hasta entonces, mis mejores deseos para esta nueva semana que acabamos de comenzar. ¡Feliz Semana Nueva!
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