A ratos, por mucho que procuro olvidar tu olvido, creo en la oportunidad de reencontrarme contigo y, por un solo instante, solo ese momento para decirte todo cuanto no te había dicho cuando estabas conmigo, repitiendo sin cesar cuanto te quiero, cuanto te he querido y siempre te querré. Repetirte al oído, suave, como aquellas palabras tuyas, todo cuanto se te gustaría saber de todo cuanto ahora me toca vivir, imaginando tus respuestas, conociendo tus gestos, tus miradas de reproche, tu sonrisa o tus silencios con la única esperanza de saberte cercana y, quién sabe, recibir uno de aquellos abrazos tuyos...
Madre, anoche soñé contigo, con nosotros, de nuevo en aquellos días ya tan pasados y, una vez más solo el sabor amargo de mis lágrimas me despertaron justo en ese momento del abrazo, a punto de sentirte de nuevo... quedándome solo el sabor de mi pena, el dolor de un recuerdo y
la enorme alegría de haberte visto, como entonces, de nuevo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario