En el corazón soleado de El Puerto de Santa María, una sombra de ineptitud parece oscurecer el panorama político local. Los ciudadanos observan con creciente frustración cómo los representantes públicos y funcionarios, a menudo tildados de una casta de "paletos cazurros", navegan por la administración con una alarmante falta de comprensión sobre los conceptos fundamentales de eficacia, eficiencia e ineficacia.
Ineficacia manifiesta en proyectos estancados, promesas
incumplidas y una palpable ausencia de resultados tangibles que mejoren
la vida de los portuenses. Es la incapacidad de alcanzar los objetivos
marcados, de traducir las buenas intenciones en hechos concretos. Esta
inoperancia no solo genera desconfianza, sino que también paraliza el
progreso de la ciudad.
La ineficiencia, por otro lado, se revela
en la gestión derrochadora de los recursos públicos. Se percibe en la
burocracia laberíntica, en la duplicidad de tareas y en la falta de
optimización de los procesos administrativos. Los fondos municipales,
que deberían invertirse en el bienestar de la comunidad, se evaporan en
gastos superfluos y en una maquinaria administrativa que parece moverse a
trompicones.
La percepción de que los políticos locales actúan como una "casta" alejada de la realidad, utilizando un lenguaje "de paletos", mostrando una falta de visión sobre la eficiencia, la efectividad y la eficacia en la administración, es una crítica que se escucha con cierta frecuencia en diversos contextos. Esta sensación puede intensificarse cuando se observan resultados que no se traducen en mejoras tangibles para los vecinos.
La ineficacia se manifiesta cuando los objetivos marcados no se alcanzan, como ejemplo reciente, la "concentración de descerebrados enmotados", ya sea por una planificación deficiente, una ejecución inadecuada o la falta de seguimiento y evaluación. La ineficiencia, por otro lado, se refiere al derroche de recursos, ya sean económicos, humanos o temporales en la consecución de esos objetivos. Como ocurre con los funcionarios de la mal llamada Policía Local del 092, ejemplo indiscutible de inoperancia, ineficacia, ineficacia y rotundo escaqueo, dilapidando el dinero en un pozo sin fondo. La ineficacia, aunque pueda sonar redundante, a menudo se utiliza para enfatizar la falta de impacto real de las acciones emprendidas, incluso cuando se han utilizado recursos sin lograr minimamente unos resultados cercanos a lo esperado o deseado.
Es fundamental que los responsables locales comprendan la importancia de una gestión transparente, participativa y orientada a resultados, en lugar, como el caso actual, de sentarse sobre unos laureles que le catapulten a Sevilla o Madrid, sin vislumbrar que acabará sentado sobre zarzas y nunca pase de El Portal. La comunicación clara, la escucha activa de las demandas ciudadanas y la implementación de políticas basadas en la evidencia, son elementos cruciales para revertir esta percepción de incompetencia.
Fomentar la rendición de cuentas, promover la profesionalización de la administración local, en lugar de la carrera frenética de colocar a las amigas, amigos, familia y cercanas antes de su partida, y abrir espacios para la participación ciudadana, en general, pueden ser vías para construir una relación de mayor confianza entre los políticos y los habitantes de El Puerto de Santa María. Solo a través de un diálogo constructivo y una gestión responsable se podrá superar la sensación de que las decisiones se toman desde la conveniencia del jefe del clan, la absoluta inoperancia y la ineficiencia sello de la actual corporación.