Algo se muere en el alma...

He pasado tanto tiempo esperando una noticia tuya. He vivido tan pendiente de imaginar tu vida ahora, que casi olvido vivir mi propia vida. He deseado tanto saber algo de ti que nunca pude imaginar este final para tu historia. He estado tan pendiente de llorar mi propia existencia en estas últimas semanas que olvide que antes tenía una vida y tu formaste parte de ella, a pesar de poco tiempo, de forma intensa hasta dejar huella.

Precisamente ahora, cuando camino entre tantos recuerdos después de unas semanas sin tan siquiera presente, repasando lo que ha sido mi caminar, subidas y bajadas, rectas y curvas, caídas y saltos, las lecciones aprendidas, los errores ahora experiencias, las gentes, las caras, los gestos, los aromas, las risas, las lagrimas, los silencios y palabras... La alegría de tanta experiencia se ha visto de golpe truncada por la noticia de tu marcha y, como siempre sin previo aviso ni noticia alguna hasta tanto tiempo después. Ni siquiera tuviste el detalle de despedirte a pesar de todo cuanto hablamos en tu última visita, de la que aún recuerdo y resuenan tus palabras y risas ante ese enemigo que se había adueñado hasta de tus ganas de reír.

Querido amigo, a pesar de tanto dicho, hecho y vivido, a pesar de cuanto me pueda quedar por vivir, quiero que sepas que nunca te olvidaré y, ahora, tras conocer tu muerte, “un breve receso pa pode descansa” que decías, solo espero que estés donde estés, que seguro no estarás quieto “puñetero jiridilla”, te puedan llegar mis sinceros deseos de un feliz reencuentro, eso si, cuando estés descansao y podamos brindar con ese vino de “Rueda” que aún guardo para una ocasión especial.

“Chencho, hasta la vista...”