Resulta difícil ser capaz de recordar algunos momentos de una vida, evitando el nudo en la garganta de manos de la nostalgia, mientras sacudimos los mismos cimientos de nuestra memoria por recuperar hasta el mínimo detalle que nos haga llegar aquellos sonidos, voces o aromas, para acabar rendidos por la perdida de tantos detalles que no hemos sido capaces de retener. Incluso en algunos de estos reencuentros con aquel ayer, entre tantos vividos, sin saber porqué basta una simple canción o sintonía, para reencontrarnos con los viejos amigos y olvidados amores ya dejados donde nunca creímos retornarían.
Son esos los momentos mágicos, cuando cualquier ayer regresa sin permiso, cuando nos sentimos capaces de recordar cualquier cosa de cualquiera de los casos desde la alegría por reconocer a los personajes que inundan nuestros sentidos reportándonos las risas, voces, sonidos, aromas y sabores. Aquella tarde lluviosa mientras oíamos Supertramp, Eagles o Chicago incluso dando rienda suelta a nuestros desatinos y desafinados coros por simplemente pasar una tarde juntos, mientras el cielo castigaba nuestra osadía, sospechamos, con toda cuantas lagrimas de los ángeles eran capaces de llorar sin dejarse llevar por la rabia que provocaban nuestros aullidos.
Momentos de aquel mismo ayer de hace unas decenas de años que, recordados desde mi alegría por tanta vida vivida y la esperanza en tanta vida por vivir, aunque nunca más pueda recordar aquellos mismos recuerdos. Seguro que los ángeles lo agradecen!
No hay comentarios:
Publicar un comentario