Cuantas veces me he cruzado con esa típica pareja, compartiendo espacio, ya sea en el mismo coche, caminando juntos o frente a frente en una mesa, sin tan siquiera dirigirse una mirada, ya olvidados esos momentos de sonrisas cómplices mientras desean llegue el momento de compartirse el uno al otro. Me da por pensar que igual han olvidado, en algún rincón de cuantos días puedan llevar juntos, aquellos momentos en los que los nervios te aceleraban el corazón hasta volverle a ver. Que han olvidado esos días que parecían interminables hasta el momento del reencuentro del uno con el otro, para llegar a estos otros momentos en los que los minutos son horas hasta el momento de la despedida o simplemente dar la espalda al otro en el que fue el jardín privado de juegos y ahora, simplemente el espacio donde no comparten mas que pesadillas y, en el mejor de los casos, algún buen recuerdo de otro tiempo no demasiado lejano.
Pues entre estos pensamientos me voy cabreando hasta casi reventar por no gritarles por la penosa imagen que ofrecen, callados, sin mirarse, sin rozarse siquiera. Que digo yo, que cada uno sabe lo que tiene en casa, en la cama o en el corazón, pero que no se pierda un segundo junto a la persona que amas, que quieres, que deseas, sin ser capaces de olvidar un mal momento, una riña absurda o un mal entendido. A estas alturas un abrazo puede ser tan bueno para decir adiós como para decir lo siento, una palabra, una sonrisa o una mirada no cuestan nada en comparación con el tiempo que perdemos en buscar al responsable, en identificar los motivos o reconocer las causas de una disputa e, igual, una vez satisfechos, libres de toda causa, estaremos solos para celebrar el triunfo.
No se si me he liado demasiado, pero a estas alturas, no entiendo que seamos capaces de perdernos en otra causa que no sea la búsqueda de la felicidad y, para mi hombre, animal no demasiado racional y simple cual mecanismo del “chupa-chups”, la experiencia es mi único catecismo y, así te digo (joder que sentencia), “el tiempo perdido son momentos irrecuperables que queman en la memoria”. Si encima lo has perdido sin esa persona a tu lado, joder, con los años te quemará el alma pensando en lo que pudiste hacer y no hiciste, esperando una nueva piedra en la que tropezar. Yo, ahora, estoy enamorado, quiero y me siento querido, pero sobre todo, ante todo, me siento mas vivo que nunca y, casi, casi, a pesar de todo, feliz.
MaríaJo, Feliz San Valentín... Que Te Quiero Tu...!
1 comentario:
Feliz San Valentín, vida mia... que yo tambien te quiero, tú...
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