Lo peor es que casi no tengo excusa ni razón alguna para justificar el abandono de mis letrerías, aunque solo fuere por el mantenimiento optimo de la cordura, la mía claro está... -No digas chorradas ni caigas en la coña fácil-.
Y no será por falta de ganas, que si las tengo y muchos casos y cosas que cada día, en cada momento, detrás de cada rinconcito o esquina voy descubriendo. Pero no se si será por aquello de retomar la hora normal -después de muchas horas de menos... en Canarias- o porque me pierdo hasta con el vuelo de las moscas y el zumbido de los mosquitos, en andaluz, eso si. Pero es cierto que tan pronto amanece como, tras el primer pestañeo del día, las sombras comienzan a reinar por doquier, sumiendo otra jornada en la noche de cada día.
Pues eso. Que las horas pasan a una velocidad de la leshe y al finalizar el día, después de carreras de un lado a otro, a muy buen ritmo y sin correr, caigo en el catre abrazando la almohada con la misma pasión que quien protege su bien más preciado. Así que bien pensado, joder, que cada día solo tiene veinticuatro horas y cada hora me dura muy poco.
Después de todo lo dicho, si me comprometo conmigo mismo a hacer lo imposible por, cuando menos, dedicarme unos minutos cada jornada -quizás el tiempo que no dedico a afeitarme- y descargar las paridas del día... Ya te digo, por mi mismo. Lo dicho y a dormir, que ya es hora!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario