Desde que regresé a casa, a mi tierra, a mi pueblo, no he dejado de sorprenderme de los muchos cambios acaecidos en éste...por cierto me refiero a Andalucía, Provincia de Cádiz, El Puerto de Santa María. Reconozco que son muchos los cambios y muy pocos los buenos, a primera vista después de varios meses cotejando recuerdos de entonces –hace 28 años- y la triste realidad del presente o peor aún, el gris futuro. Resumiendo, me atrevo a afirmar que esta población, entonces no solo “cabeza partido” -según rezaba en una leyenda azulejada en una esquina frente a la estación del ferrocarril-, también era la máquina de un tren provincial que comenzaba a despertar a los nuevos tiempos, con tanto y tan esplendido futuro como rica y extensa historia.
Ahora, tras el paso de algunos “politicastros y sus cortes de chupopteros”, ayudados por la pasividad de los habitantes cegados por promesas, revanchas históricas e histerias colectivas, no ha dejado de ser el un pueblo con sueños de grandeza y una triste realidad. Entre los mismos barrios con menos de un tercio del tesoro natural, las mismas carencias y peores infraestructuras, ni industrias, ni mas vida que la mal vivida por los portuenses, eso si, con la eterna esperanza de marchar los que pueden salir y la añoranza por el regreso, de cuantos, alguna vez regresamos.
Y en medio de este caos, entre los ecos de algún “exresponsable de desgobiernos municipales” ahora “justamente retirados”, los gritos ahogados y las quejas calladas de estas gentes, mi gente, aún no me puedo creer que mantengan “reinos de taifas” disfrazados de Fundación en honor de algún que otro personaje, cuya única relación con este mismo pueblo no fue otra que venir al mundo entre sus gentes y regresar para pavonearse, dejándonos esa “fundación” que mejor no nombro y el disfrute injustificable de propiedades municipales... “Los oportunistas se vengaron en señoríos fantasmas”, mientras se agazapaban y escondían sus patrañas “tras personajes de humo”.
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