- "No insultes mi inteligencia..." gritaba el necio a la sorda -o era la gorda?- que, enmudecida por el espectáculo, cuasi demencial, protagonizado por el joven prepotente, algo calvo, algo alto, algo pijo, algo algo o simplemente algo sin mucho de nada... pero ese es otro tema... seguía afirmando gestualmente, casi aprobando la actitud del joven aquel o simplemente, aquel movimiento de su cabeza no era mas que parte del normal en "esos casos".
Ella, la sorda -o era la gorda?-, enmudecida por el miedo -en principio se pensó y luego se demostró que en realidad "tenía la boca llena de parte de él- absorbía absorta pensando en lo suyo o en cuanto tenía entre los labios, tan suyo ahora y tan del otro, no tan absorto, mientras gritaba a su esposa por teléfono sin dejar denotar el supuesto placer que la sorda... -o era la gorda?- le estaba proporcionando... -o era el pago por alguno de los favores recibidos?-. Lo cierto es que, la Gorda Sorda -por si acaso- practicaba el sucio deporte del sacrificio personal por cuatro favores mientras el pijo, que mojaba menos que el hielo carbónico y ligaba menos que los gases nobles, algo necio, mantenía el pijo en su boca -en la de ella- para acallarla y evitar que su esposa, en realidad sabedora de todo y observando desde "muy cerca", se frotaba la cartera dejándolo picar, tragar, hasta que se clave el anzuelo y no tenga escape...
...y esto a que venía que se me fue el baifo...ñossssss!
1 comentario:
¿y lo vas a dejar aquí? Eso es para fastidiar, ¿no?
anónima ;-)
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