
De paseo por esas calles de quita y pon -Juan Carlos, que estas calles si se ponen y se quitan. Aquí podrías decir eso de ...a estas horas que ni las calles están puestas!- sin alegrías forzadas, resulta un verdadero gustazo pasear en medio de tantas gentes en pro de la diversión, olvidarnos de penas prestadas, frustraciones ajenas y tanta cosa que olvidar gracias a esas "macetas de rebujito" -jarra de plástico de un litro de capacidad conteniendo medio litro de fino, medio de gaseosa y "un mucho de hielo" para enfriar rápido el mejunje- que en realidad solo te prestan la alegría por unas horas, las suficientes para, cuando menos, no amargar la alegría de otros.
En este caso María, mi hija, había quedado con sus amigas de clase para visitar este circo de colores y al final decidió no ir porque, como me dijo, "Pa, es que no tengo un duro". Mientras, ya en el recinto ferial, acompañado de tres bellezones, con los bolsillos tan vacíos como María, me repetía que el año próximo será mejor, seguro, mucho mejor, forzándome por no salir corriendo entre la vergüenza del caso y las ganas de pasar, al menos por ese día, un buen momento... y te digo que lo fue. Que a pesar de todo y gracias a gentes como Ignacio, "mi cuñao", que nos obsequió con una Maceta de rebujito y un buen plato de jamón serrano, Ramón, que supo obviar lo evidente, de jarra en jarra y, como no, Mariajo con su sonrisa y esa belleza decorada entre lunares y faralaes -que ni te imaginas la cantidad de curvas que su traje descubría-, lograron hacerme olvidar cuanto en esos momentos se obliga.
Que las penas son gratis y esa alegría, de acuerdo con Claudia lamentando que son pocos días, dura poco, pa poderla disfrutar... que lo bueno y poco sabe mejor! -Si me acuerdo y regresamos, procuraré hacer unas fotos para ponerte alguna imagen que, como se dice, "vale mas que mil palabras"
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