No quiero seguir metiendo la pata y fastidiar aún más la que hasta ahora era una simple pesadilla mientras me escondía entre las cuatro paredes que, a pesar de todo, me daban cobijo. Ansina que si mas, pasaré a la cosa que hoy, a estas horas, en las que aún no han colocado ni las calles, pero que seguro el Diablo ya está rondando en busca de otro pringao al que darle por... donde mas duele.
Y esta vez me olvidaré de la política, que no gestión pública... Ya empezamos! Me explico! La diferencia entre lo uno, la política y lo segundo, la Gestión Pública, es que quienes son los beneficiarios de los trámites realizados desde la administración central, autonómica, provincial o local. En el primer caso son beneficiarios siempre son los poderes económicos, siempre agradecidos por los favores recibidos y siempre reclamando mas favores, quizás por aquello de "el que mas tiene mas quiere". En el segundo caso, y solo se supone, los beneficiarios debiéremos ser, por igual, los ciudadanos de un país, sin más.
Sin embargo, y ya que estamos jodidos, bien jodidos y sin cojones, ni derecho a otra que soportar "las pepadas" -putadas directa a la entrepierna del/a ciudadan@ desde el partido que sustenta a el Gobierno actual- y las psoe´cs -conjunto infinito de mentiras inmersas en un discurso demagógico(*) y "populista"- dando gracias y rogando al Cielo por no recibir más, mientras nos plegamos por proteger a nuestros hijos para que sufran lo menos posible os efectos secundarios de tanta locura. Al menos, como ya contaba... tenemos el siempre recurrido -y único real- derecho al pataleo y, en este mi caso, al menos podré gritar, todo lo bajito que sea posible, sobre las mil y una penurias "que esos y sus cosas", me están afectando, ya desgraciadamente, sin poder proteger mas esquinas "de mi propia carne".
Que tras años mal viviendo en "mi cueva", pero al menos con techo, ahora ni eso... gracias a los desvelos de esos de la gestión política y el empeño de favorecer al que ya tiene, que siempre quiere mas, seguro del poder otorgado desde los de la gestión esa... al fin y al cabo, quién redacto la Ley, dejó la trampa!
(*) Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.
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