Esos ojillos inquietos, sus orejas siempre alerta, su caminar nervioso, su cuerpecillo elegante. Tu mirada casi humana, su jugueteo incesante, tu ladrido aún resuena en mi memoria, imborrable. Nunca he querido tanto, de tanto aprender a quererte, nunca he llorado tanto, de tanto y tanto añorarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario