En estos días he leído en alguno de los pasquines que se mal-llaman prensa local en estas sufridas Islas Canarias, que el ya “abuelo y prejubilado” Sr Lorenzo Olarte, regresa a la política activa, ante lo único que se me ocurre es la incredulidad, sorpresa y, lo reconozco, cierta rabia contenida al recordar todo cuanto éste dejó de hacer en su etapa como Presidente del ejecutivo canario y cuanto ha seguido haciendo después de dejar el cargo, por decisión popular –lo de dejar el cargo-.
Además me asalta la duda sobre las verdaderas intenciones que animan al susodicho cuando le debe constar el cansancio y hartazgo que provoca idea de su regreso a la palestra pública y la duda sobre si en su programa hará constar las ideas de Ignacio González y sus “negros” o, por el contrario, será fruto de su personal estilo. Puede que incluso, como muestra de buena voluntad y amor por su gente, nos evite por una vez tener que soportar sus soporíferos discursos plagados de tecnicismos, jerga y rechupeteos del inseparable caramelito al uso. Y ya puestos, ante el aumento de ciertos sectores poblacionales, igual nos deslumbra con algún discurso en el idioma –arto complejo- de los chinos –con perdón- a los que, según me comentan, defiende o representa como empresarios de los mil y un bazares que han ahogado el comercio local de los “150”.
Esperaremos para saber que hace, dice o cuenta al final y, por si acaso, comprobar en vivo y en directo – por aquello de dar fé- si es cierto que, ya pensando en su retorno, ha cambiado de imagen incorporando a su nariz unas gafas modernas y de moda demostrando su conocimiento de las tendencias y la actualidad, cuando quien puede simplemente se somete a una ligera intervención para eliminarlas, las gafas, digo.
Que Dios nos coja confesaos...!
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