Esta misma tarde he anunciado a una de las compañeras de “mi club social” mi intención, ya realidad, de marchar de esta tierra y, por si le interesa, quedarse con algunos de mis enseres –joder que fino- como el televisor, que tengo dos, o alguno de los muebles ya hechos por mi o “made in Ikea”. Cual sería mi sorpresa cuando esta misma compañera insiste en que me deje de tonterías, que no es posible que me marche después de tantos años y no se cuantas lindezas más, hasta casi hacerme sentir culpable por hacer algo que debo hacer y no hago por capricho. Simplemente se acabo una etapa de mi vida, otra, y no me queda mas narices que hacer esto, además de las causas familiares-personales.
De cualquiera de las maneras, este post no quiere mas que dejar patente que nunca pensé que fuera tan difícil que me tomaran en serio, a pesar de llevar varios meses comentando esta idea, luego anunciando mi decisión y por último poniendo fecha a mi marcha. Eso si, suponiendo que Transmediterránea y yo nos pongamos de acuerdo en las fechas, condiciones y, sobre todo, precios, ya que en último intento a través de la Web de estos, me presupuestaban casi 1.300€ solo ida desde Las Palmas de Gran Canaria a Cádiz. Coño de no me voy de crucero por el Mediterráneo.
Pero bueno, ya desde el lunes próximo comenzaré a empaquetar todo lo empaquetable y a tramitar todo lo tramitable, para finalizar esta terna engorrosa cuanto antes y poder embarcar el día 9 de marzo, del año en curso espero. Ya sueño con el momento de vislumbrar en el horizonte la silueta de “La Tacita de Plata”, visión mágica y ya experimentada hace algunos años. Ironías que el mismo mar que ahora me separa de mi pueblo sirva de vínculo para el regreso. Cuantas veces me he sentado en la Playa de Las Canteras, uno de los tesoros de esta ciudad, y he imaginado aquella orilla vista desde esta llegando a sentir incluso los sonidos de aquella orilla, en esta.
Imaginación que no falte. No?
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