Mas feria, mas vida

Cada vez estoy más contento y seguro de haber hecho lo que debía y cuando debía hacerlo. Y me refiero a esto de nuestra mudanza - traslado, de D. Pipo y “er menda” desde las Islas Canarias a “Casa-”, sin desmerecer ni renegar de esa tierra en medio de tanto mar, repleta de tanto corazón y tan rica en todo menos en la riqueza de sus gentes, mall repartida, la riqueza material digo, entre los cuatro listos de siempre a costa del mismo pueblo al que pretenden abanderar cada cuatro años, agazapados entre banderas nacionalistas, estrellas abrillantadas para el caso y verbo enardecedor para oídos sordos.

Pero a lo que iba. Que estamos de regreso en casa y, mientras D. Pipo no deja de corretear por la terraza detrás de los gorriones que le roban el grano de su plato, mordisquearme buscando el juego fácil o escondiendo mis calcetines, yo, ya he comenzado a buscar los fondos imprescindibles para asegurar los garbanzos y el techo, bendito techo, garantizando la seguridad y bienestar de la próxima llegada de María, mi hija, que espero ocurra pronto y definitivamente. Como ella mismo dice, “Papi, ya sabes que por mi, que si”. Ganas que tengo, tu.

Y mientras los días pasan inexorables disfrutando hasta las tormentas de esta primavera, por aquí acabamos una Feria para dar comienzo otra Feria, esta vez la de Rota. Por cierto, localidad de las pocas que aún merecen la pena conocer dentro de las 44 poblaciones que conforman esta provincia de Cádiz, con esa tacita de plata como capital y fortaleza. Cuanto tengo que aprender de estas gentes y cuanto que contar de tanta feria, entre casetas, farolillos, copas de plástico, pimientos fritos y brindis al sol. Que por cierto, si ya me extendí en su día con las Galeras, no sabes cuantos sabores y aromas escondidos en una taza de Caracoles.

Al final tendré que darte una lista de los mejores sitios para tapeos, los mejores rincones para una buena charla y las mejores vista a pié de calle... ¡Joe, questo es pa gosarlo, vivirlo y contarlo!